miércoles, 1 de septiembre de 2010

R/ 21) cuales fueron las batallas mas importantes de la guerra de la independencia africana

INDEPENDENCIA DE AFRICA

la independencia de africa es un proceso más o menos rápido. Antes de la segunda guerra mundial se habían independizado, por cuestiones de equilibrio político, Egipto, Etiopía, Liberia y Sudáfrica.

Posteriormente a la segunda guerra mundial y la Conferencia de Bandung (Indonesia, 1955) comienza la independencia de África. El primer país en liberarse fue Ghana (1957) y antes de 1965 se habían liberado casi todos los países. Luego hay un compás de espera y en 1975 se liberan las últimas colonias africanas: El Sáhara español y Mozambique.

Tras la independencia, muchos países cambian de nombre, e intentan redefinir sus fronteras. Pero las divisiones que establecieron los europeos son más estables de lo que parecen. El hecho de cómo entender el Estado y de hablar la misma lengua, la de la metrópoli, se ha revelado como una diferencia insuperable. Sin embargo, no son los conflictos fronterizos los más graves en la región, sino las luchas internas por el poder. Las dictaduras militares y la corrupción se instalan en casi todos los países.

A pesar de la descolonización, las relaciones económicas con las antiguas colonias continúan siendo privilegiadas. Los países europeos controlan la vida económica, sin las presiones que conlleva la vida política. Los blancos que se quedan no son exactamente extranjeros, y la guía europea domina la sociedad. El neocolonialismo va desde la tutela efectiva al acuerdo económico, como la creación de la Commonwealth.

Tras la descolonización, la metrópolis deja de invertir en la colonia, sobre todo en las obras públicas, y las infraestructuras creadas se deterioran. La guerra suele ahuyentar a los capitales de inversión, con lo que el país se descapitaliza. La negligencia administrativa y la corrupción no favorecen las nuevas inversiones, ni la creación de capitales autóctonos, con lo que la estos países entran en crisis: y la pobreza y la miseria se afianzan en la sociedad, y se convierte en una lacra muy difícil de erradicar.

Este proceso se inició tras el fin de la segunda guerra mundial y se extendió hasta mediados de la década de 1970; estuvo marcado por cruentas guerras y por movimientos pacifistas, que derivaron en la formación de nuevos estados en África y en Asia.


BATALLAS MAS IMPORTANTES DE LA INDEPENDENCIA DE  AFRICA

Globalmente el África del norte asumió rápidamente esta pretensión y, progresivamente, las antiguas colonias consiguieron la independencia: Libia en 1951, Egipto en 1953, Sudán, Marruecos y Túnez en 1956. Francia rechazó la de Argelia y le impuso una guerra a partir de 1954 que condujo lógicamente a la independencia argelina en 1962 y además originó un cambio de régimen en Francia y la llegada del general de Gaulle al poder en mayo de 1958.

En el África negra, después de Ghana en 1957, las colonias británicas obtuvieron su independencia a principios de los años sesenta. A partir de 1958 Francia propuso a sus colonias, por referéndum, integrarlas en la comunidad francesa. Sólo la Guinea de Sékou Touré respondió «no» y declaró su independencia. Pero la presión anticolonial se intensificó y la comunidad no duró: las demás colonias francesas, a su vez, obtuvieron sus independencias en los años siguientes. El Congo en 1960 y Ruanda y Burundi en 1962, se emanciparon de la metrópolis belga.

Algunas zonas muy limitadas de África accedieron a la independencia más tarde: Guinea Ecuatorial en 1968, las colonias portuguesas entre 1973 y 1975 al final de la dictadura en Lisboa (que por otra parte fue una consecuencia de las guerras de liberación de las colonias), algunos archipiélagos como Comoras, Seychelles o Yibuti en los años setenta, Zimbabwe en 1980, finalmente Namibia se liberó de Sudáfrica en 1990 y Eritrea de Etiopía en 1993. La cuestión del Sahara occidental permanece: anexado por Marruecos tras la retirada de España en 1975, se declaró independiente bajo el nombre de República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en 1976, pero continúa bajo la dominación marroquí y todavía no es el 54 país de África. Del mismo modo, Mayotte y Reunión siguen siendo en la actualidad departamentos franceses del Océano Índico.

La violencia como frágil refugio.

Aunque la guerra de Argelia caló en todas las conciencias por su duración, hubo otras guerras de liberación, por ejemplo en las colonias portuguesas (especialmente Angola y Mozambique). En general las metrópolis respondían a las rebeliones independentistas y a las guerrillas insurrectas con una represión masiva y brutal. Por ejemplo en Madagascar, donde las tropas francesas perpetraron más de 80.000 muertes en 1947; Camerún, donde las pretensiones del líder de la Unión de las Poblaciones Camerunesas (UPC), Ruben Um Nyobé, condujeron a la prohibición de su partido por las autoridades francesas en 1955 y a su asesinato en 1958, así como al de su sucesor, Félix Moumié en 1960, y a una represión masiva y muy mortífera de las guerrillas de la UPC; o también Kenia donde, entre 1952 y 1960, las tropas inglesas reprimieron violentamente la rebelión de los Mau-Mau, de la etnia de los kikuyus [6].

A pesar de estos sobresaltos a menudo violentos, la fuerza de las reivindicaciones populares obligó a las potencias colonizadoras a reconocer a la mayoría de las colonias como Estados soberanos. El sentimiento que prevalecía en África a principios de los años sesenta es que, a veces a un precio muy alto, el continente había conseguido globalmente la independencia. Algunos países, simbólicamente, optaron por cambiar sus nombres, como Oubangui-Chari que se convirtió en la República Centroafricana, Nyasaland que pasó a llamarse Malawi, o Rodesia del Norte que se transformó en Zambia -mientras que Rodesia del Sur, en 1980, pasó a ser Zimbabwe-. Varios líderes africanos se hicieron célebres por sus declaraciones y actos emblemáticos en esta fase de la emancipación.

Nasser y el Canal de Suez.

Una de las actuaciones más importantes de este período es el anuncio de la nacionalización del Canal de Suez por el régimen nacionalista de Gamal Abdel Nasser en Egipto, el 26 de julio de 1956. El discurso que pronunció en Alejandría es todo un símbolo:

«Hoy celebramos el quinto aniversario de la Revolución. Hemos pasado cuatro años en la lucha. Hemos luchado para deshacernos de los rastros del pasado, del imperialismo y del despotismo; los rastros de la dominación extranjera y el despotismo interno. [...] La pobreza no es una vergüenza, pero la explotación de los pueblos sí lo es. Recuperaremos todos nuestros derechos, todas las riquezas que nos pertenecen, y el canal es propiedad de Egipto. La Compañía es una sociedad anónima egipcia y el canal fue excavado por 120.000 egipcios que hallaron la muerte mientras realizaban ese trabajo. La Sociedad del Canal de Suez en París no esconde más que una pura explotación. [...] En cuatro años hemos sentido que nos hemos vuelto más fuertes y más valientes, y así como conseguimos destronar al rey el 26 de julio [1952], en la misma fecha nacionalizamos la Compañía del Canal de Suez. [...] Hoy somos libres e independientes».

Las poblaciones de toda el África del norte y Oriente Medio se entusiasmaron. Francia e Inglaterra, gestoras conjuntas del tráfico del canal hasta entonces, intervinieron militarmente con la complicidad del ejército israelí, pero tuvieron que batirse en retirada tras las presiones de la Unión Soviética, que apoyaba a Nasser, y de Estados Unidos.

El panafricanismo de Nkrumah y Sékou Touré.

Kwame Nkrumah, el padre de la independencia de Ghana, era un panafricanista convencido. Algunos meses después de acceder a la presidencia, en 1960, escribió:

«El nacionalismo africano no se limita solamente a la Costa de Oro, hoy Ghana. Desde ahora debe ser un nacionalismo panafricano y es preciso que la ideología de una conciencia política entre los africanos, así como su emancipación, se extiendan por todo el continente».

Así apoyaba el planteamiento de otra importante figura del panafricanismo, Sékou Touré, de Guinea, primer país del África negra que se sustrajo de la zona de influencia francesa. En el momento en que Guinea dijo «no» a la Francia del general de Gaulle, Sékou Touré dejó muy claro el sentido de su planteamiento: «No hay dignidad sin libertad: preferimos la libertad en la pobreza a la riqueza en la esclavitud».

La afrenta de Lumumba.

El 30 de junio de 1960, día de la independencia del Congo, el rey de los belgas pronunció un discurso de intenso colorido:

«La independencia del Congo es el resultado de la obra concebida por el ingenio del rey Leopoldo II, emprendida firmemente por él y secundada con empeño por Bélgica. [...] Cuando Leopoldo II emprendió la gran obra que hoy culmina no se presentó ante ustedes como conquistador, sino como civilizador. [...] El gran movimiento de independencia que implica a toda África encontró la mayor comprensión de los poderes belgas. Ante el deseo unánime de sus poblaciones no dudamos en reconocerles desde ahora su independencia».

La aguda respuesta de Patrice Lumumba, Primer Ministro congolés, permanece grabada a fuego en las memorias africanas:

«Si hoy se declara la independencia del Congo de acuerdo con Bélgica, país amigo con el que tratamos de igual a igual, ningún congolés digno de este nombre podrá olvidar jamás que ésta se ha conquistado por la lucha, una lucha en la que no hemos escatimado esfuerzos, ni privaciones, ni sufrimientos ni nuestra sangre.

De esa batalla que ha sido de lágrimas, sangre y fuego, estamos orgullosos hasta lo más hondo de nosotros mismos, ya que fue una lucha noble y justa, una batalla imprescindible para poner fin a la humillante esclavitud que nos era impuesta por la fuerza.

Nuestra suerte nos deparó 80 años de régimen colonialista y nuestras heridas todavía están demasiado frescas y son demasiado dolorosas para poder expulsarlas de nuestra memoria.

Nosotros hemos conocido trabajos acuciantes exigidos a cambio de salarios que no nos permitían ni saciar nuestra hambre, ni vestirnos y alojarnos decentemente, ni sacar adelante a nuestros hijos y seres queridos.

Hemos conocido las burlas, los insultos, las palizas por la mañana, al mediodía y por la noche porque somos «negros». ¿Quién puede olvidar que a los negros se les trataba de «tú», pero no como a un amigo, sino porque el «usted» honorable sólo estaba reservado para los blancos?.

Conocimos el expolio de nuestras tierras en nombre de textos supuestamente legales que no hacían más que reconocer la ley del más fuerte.

Conocimos que la ley nunca era la misma según se tratara de un blanco o un negro, complaciente para unos, cruel e inhumana para los otros.

Conocimos los atroces sufrimientos de los relegados por opiniones políticas o creencias religiosas: exiliados en su propia patria, su suerte fue realmente peor que la muerte misma.

Conocimos que en las ciudades había casas espléndidas para los blancos y chozas ruinosas para los negros, que no se admitía a los negros ni en los cines, ni en los restaurantes, ni en los almacenes llamados «europeos», que un negro viajaba incluso en el casco de las gabarras, a los pies del blanco en su cabaña de lujo.

Y para terminar, ¿quién olvidará los fusilamientos en los que perecieron tantos de nuestros hermanos o los calabozos adonde arrojaron brutalmente a quienes ya no querían someterse al régimen de injusticia, opresión y explotación del que el colonizador hizo la herramienta de su dominación? [...]

Se declara la República del Congo y nuestro país está ahora en las manos de sus propios hijos. [...] La independencia del Congo marca un paso decisivo hacia la liberación de todo el continente africano».

La lucha de Amilcar Cabral.

Amilcar Cabral, originario de Guinea-Bissau, es uno de los líderes de la lucha contra la colonización portuguesa. Tras fundar el PAIGC (Partido africano para la independencia de Guinea y Cabo Verde) en 1956, se lanzó a promover la independencia y la revolución en estas dos colonias portuguesas, especialmente por medio de la movilización de las poblaciones campesinas. Desencadenó la lucha armada en Guinea-Bissau a partir de 1963, controló rápidamente una buena parte del país y la guerra de liberación que dirigió se considera ejemplar. Declaró que «Nadie puede poner en duda, ni en nuestro pueblo ni en cualquier otro pueblo africano, que esta guerra de liberación nacional en la que estamos comprometidos pertenece a África entera. Creó especialmente los Comités del pueblo (compuestos de cinco miembros, entre ellos obligatoriamente dos mujeres), encargados de la organización social de las zonas liberadas, por ejemplo, la construcción de escuelas, centros sanitarios y hospitales de campaña. Según Tobias Engel:

«En menos de diez años se formaron entre 300 y 400 enfermeros y enfermeras, así como una decena de médicos -a comparar con los 35 enfermeros y enfermeras, producidos por la administración colonial, que había en 1956 para el conjunto de Guinea-Bissau y Cabo Verde-. Otra prioridad del PAIGC fue la enseñanza, con la construcción de escuelas y la admisión de las chicas en los centros educativos de la guerrilla: se construyeron 200 escuelas durante los once años de lucha, se escolarizó a 20.000 niños en internado o semi internado y se enviaron 300 alumnos al extranjero a escuelas profesionales o superiores. Portugal, en 500 años de colonización, sólo había escolarizado a 2.000 niños, lo que representa cuatro al año, y había formado a 14 universitarios.

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